El tilacino (Thylacinus cynocephalus) recibió el nombre de tigre de Tasmania luego de ser descubierto por exploradores europeos, que comprobaron que sólo subsistía en la isla de Tasmania, al sur de Australia (incluso aparece en el escudo nacional de Tasmania). Sin embargo, restos fósiles muestran la existencia de varias especies de tilacinos a lo largo y ancho del continente austral desde al menos el Mioceno temprano.
De todas estas, sólo ellos lograron sobrevivir a la progresiva aridez que azotó el territorio durante el Pleistoceno, y siguió siendo abundante en Tasmania, Australia y Nueva Guinea después de la llegada de los originarios australianos, mientras se extinguían otros grandes marsupiales.
También conocido como lobo de Tasmania, lobo marsupial o tigre de Tasmania. El tilacino era un carnívoro marsupial de tamaño medio, que logró adaptarse a los cambios de su entorno dado su notable parecido con los cánidos de otros continentes, pues al igual que ellos, era un carnívoro que podía capturar presas de tamaño pequeño o medio tras lanzarse a la carrera.
Poseía un cuerpo estilizado, de patas finas y cola delgada. Tenía un pelaje corto y de color leonado, con rayas negras en los cuartos traseros y cola. Una característica saltante del tilacino eran sus mandíbulas. Provistas de 46 dientes, podían abrirse hasta extremos asombrosos (aproximadamente 120 grados), más propios de un reptil que de un mamífero, lo que le permitía engullir grandes pedazos de carne sin masticar.
Poseía un cuerpo estilizado, de patas finas y cola delgada. Tenía un pelaje corto y de color leonado, con rayas negras en los cuartos traseros y cola. Una característica saltante del tilacino eran sus mandíbulas. Provistas de 46 dientes, podían abrirse hasta extremos asombrosos (aproximadamente 120 grados), más propios de un reptil que de un mamífero, lo que le permitía engullir grandes pedazos de carne sin masticar.
Según los primeros colonos británicos, este marsupial emitía como medio de comunicación entre ellos ladridos. Los machos eran grandes y musculosos y las hembras más pequieñas. Al ser maesupiales, las hembras alojaban a sus crios en una bolsa, la cual podía alojar hasta cuatro tilacinos, los cuales eran muy dependientes de su madre, lo que originaba una seria desventaja al competir con otras especies depredadoras como el dingo.
Thylacinus cynocephalus - imagen obtenida de Wikimedia, autor: John Gould, copyright caducado.
Lamentablemente, esta criatura experiemento la extinción, tan rápidamente que no pudo ser estudiada por los zoólogos; debido a ello sus técnicas de suprviivencia son un tanto desconocidas, sin embargo debido a informes, se puede deducir que empleaba un combinación de olfato y oido para detectar su alimento. Mención aparte merece su pelaje, el cual le permitía camouflarse o mimetizarse con el medio ambiente, por ello no necesita correr detrás de sus presas. Por estas características este marsupial era el claro dominador, depredador máximo de Australia y Nueva Guinea antes de la llegada de loa colonos ingleses.
Borrando el rastro
El dominio del tilacino o tigre de Tasmania se rompió con la llegada de los navegantes del sudeste asiático, quienes introdujeron el dingo en Australia y Nueva Guinea hace más de tres mil años. Tal vez, hasta tiempos muy recientes, la competencia entre el dingo y el tilacino se mostró relativamente equitativa, pero con el tiempo, el dingo logró consolidar su ventaje en base a tres puntos cruciales. La reproducción vivípara completa, con posibilidad de mayor número de crías, la caza y combate en jaurías y quizás, una mayor agilidad.
El dingo puede atacar más eficazmente a presas mayores, incluso canguros gigantes, que se defienden y cuando escasean las presas los dingos suelen agruparse en jaurías para hacer más eficaz la caza, por contrapartida aunque el tilacino era más fuerte que el dingo poseía una menor variedad de posibles presas, sólo cazaba animales más pequeños que él. El tilacino no pudo hacer frente a este nuevo y duro competidor placentario y se extinguió lentamente en estos lugares. Los últimos tilacinos australianos vivieron en la remota región de Kimberly, al oeste de la isla.
Otro factor que influyó en su desaparición comenzó en 1830, con el pago de recompensas por cada tilacino muerto, sin embargo, no fue hasta 1888 cuando comenzó la mayor de las campañas de exterminio. Desde entonces y hasta 1909, el Gobierno de Tasmania pagó una libra por cada cabeza de tilacino que se le entregase, llegando a repartir un total de 2180 recompensas.
Tigre de Tasmania en acción - imagen obtenida de Wikimedia, autor: Harriet Scott, copyright caducado.
Un año después, la especie se declaró en peligro y multitud de zoológicos europeos y americanos ofrecieron cantidades cada vez más altas por hacerse con uno de los escasos ejemplares supervivientes. En 1933 se capturó vivo un ejemplar en Florentine Valley, el cual fue vendido al zoológico Hobart de Tasmania, y ya no se volvió a avistar ninguno más.
Fue sólo entonces cuando el Gobierno de Tasmania declaró al tilacino especie protegida y creó una cátedra de Zoología en la universidad con el fin de estudiarlo, pero esta fue una respuesta tardía. El último tilacino fue filmado y fotografiado con vida en el año 1933, mientras deambulaba en el interior de su jaula en un zoológico de Tasmania. Tres años después, este último ejemplar moriría por un despiste de sus cuidadores, olvidaron cerrar la jaula en la que dormía y el animal murió de frío. Aunque no se ha logrado determinar la causa principal de su extinción en Australia y Nueva Guinea, esta podría ser atribuida a la influencia humana y a la introducción del dingo en Australia y al perro salvaje en Nueva Guinea.
El intento por traerlo a la vida
En los últimos años se ha especulado de forma recurrente con la posibilidad de clonar al tilacino y reintroducirlo en Tasmania y Australia, pero todos estos intentos se han topado con un gran escollo. No ha sido posible hallar un tejido en el que pudiese quedar ADN en buenas condiciones. Sin embargo, en 1999 un grupo de científicos logró descubrir en un museo, un frasco de alcohol que guardaba una cría de tilacino conservada en una solución de alcohol y formalina.
Gracias al patrocinio de la empresa Rheuben Griffiths Trust y el Museo Nacional Australiano, comenzaron las investigaciones. Al año siguiente se anunció la extracción de ADN en aparente buen estado, y dos años después se consiguió la replicación enzimática exitosa de ese ADN. Pese a estos logros, el Gobierno Australiano retiró en el 2005 la financiación del proyecto, forzando su paralización.
Hace pocos meses, un grupo de científicos australianos ha logrado crear con éxito un híbrido de ratón, al que le inyectaron genes de lobo de Tasmania que controla la generación de cartílagos y huesos, con lo que se pretende iniciar la investigación de sus funciones biológicas, lo que abre la posibilidad de estudiar la biodiversidad genética del marsupial.
Fusilado de aquí.
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