Su nombre era Manuel Uruchurtu, quien engañado por una mujer, le cedió su lugar en el bote salvavidas, entregando su vida por la de alguien totalmente desconocida.
El 10 de abril de 1912, dos mil doscientas siete personas se reunieron en el puerto de Southampton, Inglaterra, para vivir una de las experiencias más emocionantes de su vida: embarcarse en el RMS Titanic, el barco de pasajeros más grande y lujoso del mundo.
Canadienses, estadounidenses, franceses, ingleses, españoles, entre otras, fueron las nacionalidades reunidas en aquella nave que cuatro días más tarde sería la protagonista de una de las tragedias más significativas de la historia moderna.
Pero, ¿sabías que entre los viajantes había un mexicano? En efecto, se trataba de Manuel Ramírez Uruchurtu, un abogado sonorense, oriundo de la capital Hermosillo, quien por azares del destino se embarcó en tan trágica travesía.
El abogado fue diputado durante la época del Porfiriato y fue uno de los mejores amigos del políticoRamón Corral, quien finalmente también tuvo que huir del país y, al igual que Porfirio Díaz, terminó por exiliarse en Francia.
A finales de marzo de 1912, Manuel Uruchurtu decidió hacer un viaje relámpago a Francia para pasar un par de días al lado de su amigo Corral; para su regreso a México, el sonorense compró un boleto de barco, cuya ruta era París-Veracruz.
Obregón había comprado un boleto de primera clase del Titanic, viaje del cual no estaba muy convencido de hacer, así que logró persuadir a Uruchurtu para intercambiar pasajes.
Fue así como el 10 de abril subió al Titanic en su primera escala en Cherburgo, al lado de 273 personas más, sin pensar que en realidad, había adquirido un boleto directo a la muerte.
Cuatro días después, el 14 de abril de 1912, casi a medianoche, "el insumergible" chocó contra un iceberg, lo cual provocó una serie de averías en el casco de la nave, mismas que causaron su hundimiento.
Estando ya sentado, se percató que se acercaba una mujer con un bebé, suplicando que la dejaran subir, petición que le fue denegada, por lo que Uruchurtu caballerosa y valerosamente, se levantó y le cedió el lugar a la chica, pidiéndole únicamente que al llegar a tierra firme, contactara a su familia y le contara lo sucedido, indica impre.com.
El mexicano se convirtió en un héroe al sacrificar su propia vida a cambio de la de esta mujer de quien mucho tiempo después se supo más de ella.
Su nombre era Elizabeth Ramell (en la foto), de origen inglés, quien le dijo a Urchutu que su marido y otro de sus hijos la esperaban con ansias en Nueva York, una mentira que conmovió al mexicano, pues la mujer había enviudado hace un par de años y su único hijo había muerto recién nacido. El bebé que llevaba en brazos era de otro tripulante que se lo entregó para que lo salvara.
Pese a todo, Elizabeth Ramell cumplió su promesa y 12 años después del hundimiento del Titanic, viajó a Hermosillo, en donde vivían Gertrudis Garza y sus hijos para contarles lo hecho por su marido y su padre, publica sexenio.com.mx.
A 100 años del hundimiento del Titanic, la familia de Manuel Uruchurtu se ha dedicado a divulgar lo hecho por este hombre.
"Su historia sirve para rescatar valores, cuando padres y abuelos eran unos caballeros, la valentía, el respeto a la mujer y la lealtad, que estaban por encima de tu vida, todos los valores que la sociedad actual está urgida de recuperar", dijo su sobrino bisnieto, Antonio Uruchurtu, sobrino nieto del pasajero del Titanic.
Además, el canal de televisión History Channel transmitirá un documental titulado"Latinoamericanos en el Titanic", en donde retomarán la vida de este ilustre ciudadano y en próximos días, Guadalupe Loaeza presentará el libro "El Caballero del Titanic", novela inspirada en lo hecho por este señor en la tragedia del Titanic.
¿Deberían condecorar a Manuel Uruchurtu como héroe nacional?
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