Su nombre se debe al astrónomo William Herschel quien en el siglo XVIII y llevado por la apariencia a menudo circular de estas nebulosas las relacionó con los discos planetarios. El nombre, aunque pueda llevar a equívocos, se ha conservado a lo largo de los años. Las nebulosas planetarias se producen cuando una estrella gigante roja que ha agotado ya todo su hidrogeno expulsa sus capas exteriores y se puede apreciar una envoltura de gas que se va expandiendo poco a poco.
Se dan en el caso de estrellas de tamaño medio, con una masa entre una y ocho masas solares, y el objeto remanente termina por convertirse en una estrella enana blanca. Antes de convertirse en enana blanca, la estrella gigante roja pasa por etapas de inestabilidad en las que expulsa cantidades apreciables de masa a velocidades de unos veinte kilómetros por segundo.
Una vez expulsado, el gas de la nebulosa planetaria se expande y empieza a difundirse, siendo detectable durante unos treinta mil años, antes de que la envoltura gaseosa se haya expandido tanto que su material sea demasiado tenue para poder verse. En el centro de estas nebulosas puede observarse la estrella enana blanca, el objeto resultante de la estrella originaria.
El destino del Sol es el convertirse en nebulosa planetaria y terminar sus días como una enana blanca. Dentro de cinco mil millones de años el Sol agotará su reserva de hidrógeno y se convertirá en una estrella gigante roja, expandiendose mas allá de la órbita de la Tierra. Algunos cientos de millones de años después arrojará cerca de la mitad de su masa, y desde sistemas estelares lejanos podrá observarse una espectacular nebulosa planetaria en lo que antes era el sistema solar.
Y tal vez alguna raza inteligente podrá decir: "Que bella forma tiene".
Se dan en el caso de estrellas de tamaño medio, con una masa entre una y ocho masas solares, y el objeto remanente termina por convertirse en una estrella enana blanca. Antes de convertirse en enana blanca, la estrella gigante roja pasa por etapas de inestabilidad en las que expulsa cantidades apreciables de masa a velocidades de unos veinte kilómetros por segundo.
Una vez expulsado, el gas de la nebulosa planetaria se expande y empieza a difundirse, siendo detectable durante unos treinta mil años, antes de que la envoltura gaseosa se haya expandido tanto que su material sea demasiado tenue para poder verse. En el centro de estas nebulosas puede observarse la estrella enana blanca, el objeto resultante de la estrella originaria.
El destino del Sol es el convertirse en nebulosa planetaria y terminar sus días como una enana blanca. Dentro de cinco mil millones de años el Sol agotará su reserva de hidrógeno y se convertirá en una estrella gigante roja, expandiendose mas allá de la órbita de la Tierra. Algunos cientos de millones de años después arrojará cerca de la mitad de su masa, y desde sistemas estelares lejanos podrá observarse una espectacular nebulosa planetaria en lo que antes era el sistema solar.
Y tal vez alguna raza inteligente podrá decir: "Que bella forma tiene".
Fusilado de aquí.
todos son unos pendejos
ResponderEliminarespecialmente quien le muestre interés a este comentario