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Numerosos expertos recomiendan las duchas con agua fría por ser «estimulantes» sobre todo para el sistema inmunológico. Para relajarse antes de dormir es mejor una ducha con agua caliente.
Aunque en principio se puede necesitar un período de adaptación, y, especialmente en invierno, pueda parecer poco apetecible una ducha con agua fría, son numerosos los expertos en salud que las recomiendan especialmente como un estimulador del sistema inmunitario.
En general, las duchas de agua fría son estimulantes, mientras que las de agua caliente son relajantes, por lo que una buena elección sería la de ducharse con agua fría cuando queramos estar despiertos o iniciar algún tipo de actividad, y ducharse con agua caliente antes de acostarse o como método de relajación. Nos dice el doctor Pérez León que «las duchas con agua caliente son, por ejemplo, muy beneficiosas en personas que tienen problemas para conciliar el sueño».
Según Pedro García, preparador físico, lo ideal es comenzar la ducha con agua caliente, aunque no demasiado, y que poco a poco vayamos descendiendo la temperatura. Asegura que una pasada con «agua fresquita» por la espalda, brazos, tronco y piernas contribuye a activar las defensas, hace que la piel se vuelva más tersa, y revitaliza y tonifica los músculos, aliviando dolores en piernas, promueve la circulación y palia la fatiga.
Pero el beneficio, según Pedro García, no es tan solo físico. Asegura que «algunos especialistas aconsejan a pacientes con depresión que acaben sus duchas con agua fría». Además, una persona que acabe su ducha con agua fresca estará más predispuesta a realizar trabajos mentales o físicos. Como conclusión, el agua caliente es ideal para irse a dormir y el agua fría está más indicada para seguir o iniciar la rutina del día a día.
Fusilado de aquí y de aquí.
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