Cuando nos hacemos una herida, muchos nos echamos un buen chorro de agua oxigenada.
Entonces asistimos a una efervescencia y picor que siempre hemos asociado que una batalla sin cuartel entre los agentes infecciosos y los inmaculados guerreros oxigenados.
Sin embargo, esta imagen dista de ser real. Lo que sucede en verdad cuando nos echamos agua oxigenada es que las enzimas de la sangre burbujean, sí, pero lo hacen porque se están muriendo células: el flujo capilar se ve restringido y la curación se ralentiza. Entonces, ¿el agua oxigenada es una buena idea?